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Leer másCuando pensamos en la dislexia infantil, solemos asociarla directamente con las dificultades para leer y escribir, pero pocas veces reparamos en cómo estas barreras inciden en otros aspectos esenciales del desarrollo infantil. La dislexia no es solo un trastorno del aprendizaje, es una condición que puede impactar las habilidades cognitivas que permiten organizarse, planificar, regular emociones y adaptarse a los cambios. Estas habilidades, conocidas como funciones ejecutivas, desempeñan un papel crucial no solo en el desempeño académico, sino también en el bienestar psicológico y emocional de los niños y niñas.
Comprender la relación entre la dislexia, las funciones ejecutivas y la salud mental permite ofrecer respuestas más integrales y humanas, alejadas de los enfoques que reducen las dificultades a simples problemas de rendimiento escolar. Este artículo busca aportar esa mirada, necesaria para acompañar de forma respetuosa y efectiva a quienes conviven con esta realidad.
Índice:
- 1. ¿Qué es la dislexia infantil?
- 2. Funciones ejecutivas: Las grandes aliadas del desarrollo infantil
- 3. Dislexia y funciones ejecutivas: Una relación que va más allá del aprendizaje
- 4. La dislexia infantil y su impacto en la salud mental
- 5. Estrategias de apoyo para mejorar las funciones ejecutivas y la salud mental
- 6. El papel de las familias y los educadores en el acompañamiento emocional
- 7. Conclusión
- 8. Preguntas frecuentes
- 9. ¿Deseas más información?
¿Qué es la dislexia infantil?
La dislexia infantil es un trastorno del neurodesarrollo que afecta la capacidad de aprender a leer y escribir de manera fluida, pese a contar con una inteligencia y oportunidades de aprendizaje adecuadas. Este tipo de dislexia no se debe a problemas visuales ni auditivos, sino a una dificultad en el procesamiento de los símbolos escritos. La lectura suele ser lenta, trabajosa y con errores, lo que puede llevar a confundir letras, invertir sílabas o tener problemas para comprender lo que se lee.
Estas dificultades, lejos de ser un tema meramente escolar, generan experiencias tempranas de frustración. Para un niño o niña con dislexia, enfrentarse día tras día a tareas que parecen sencillas para los demás, pero que para ellos son verdaderos desafíos, puede derivar en sentimientos de inseguridad y baja autoestima. Por eso, es fundamental reconocer la dislexia desde una perspectiva amplia, que contemple sus manifestaciones cognitivas, pero también sus efectos emocionales.
Funciones ejecutivas: las grandes aliadas del desarrollo infantil
Las funciones ejecutivas son aquellas capacidades mentales que permiten planificar, organizar, gestionar el tiempo, recordar instrucciones y controlar impulsos. Estas habilidades son esenciales para resolver problemas, adaptarse a los cambios y mantener la atención sostenida en una tarea. En la infancia, el desarrollo de las funciones ejecutivas es clave para el aprendizaje, pero también para las interacciones sociales y la regulación emocional.
Cuando estas funciones no se desarrollan adecuadamente, los niños pueden mostrar dificultades para mantenerse concentrados, seguir instrucciones o adaptarse a situaciones nuevas. En el caso de la dislexia infantil, se ha observado que las alteraciones en la lectura y escritura muchas veces se asocian a desafíos en estas capacidades cognitivas. Así, no es raro que un niño con dislexia también tenga problemas para organizar su material escolar, planificar los pasos de una tarea o gestionar la frustración cuando las cosas no salen como esperaba.

Dislexia y funciones ejecutivas: una relación que va más allá del aprendizaje
Las dificultades de lectura y escritura que caracterizan a la dislexia infantil no ocurren en un vacío. Estas barreras cognitivas suelen ir acompañadas de problemas en las funciones ejecutivas, como la memoria de trabajo, el control inhibitorio y la flexibilidad cognitiva. Estos niños, por ejemplo, pueden olvidar fácilmente las instrucciones dadas, tener problemas para cambiar de estrategia cuando una tarea no funciona o reaccionar de manera impulsiva ante situaciones de estrés.
Este escenario puede llevar a un círculo vicioso: cuanto mayor es el esfuerzo que el niño realiza para superar las dificultades sin éxito, mayor es la sensación de fracaso y frustración. Esa carga emocional no solo afecta la confianza en sí mismo, sino que puede alimentar pensamientos negativos sobre sus propias capacidades. La rigidez cognitiva, por su parte, dificulta la búsqueda de alternativas o la adaptación a nuevas estrategias de aprendizaje, perpetuando las dificultades y el malestar.

La dislexia infantil y su impacto en la salud mental
El peso emocional de convivir con dislexia puede ser profundo. A menudo, los niños y niñas con esta condición sienten que por más que se esfuercen no logran estar a la altura de las expectativas escolares o sociales. Este sentimiento, sostenido en el tiempo, puede convertirse en una fuente de ansiedad, sobre todo ante actividades que implican leer en voz alta, realizar pruebas o escribir bajo presión.
No es extraño que estos niños desarrollen conductas de evitación, como negarse a asistir a clases, no querer participar en actividades grupales o incluso inventar excusas para no enfrentarse a las tareas escolares. Además, el estrés crónico derivado de estas experiencias puede abrir la puerta a síntomas depresivos y a un deterioro progresivo de la autoestima.
Lo que podría parecer «solo» una dificultad académica, en realidad puede condicionar fuertemente el desarrollo emocional, la confianza en las propias capacidades y las relaciones con los demás. Por ello, abordar la dislexia desde una mirada que contemple el bienestar emocional es tan importante como trabajar en las estrategias pedagógicas.
Estrategias de apoyo para mejorar las funciones ejecutivas y la salud mental
Para acompañar a los niños y niñas con dislexia infantil es esencial combinar el trabajo pedagógico con un acompañamiento psicológico que favorezca tanto el aprendizaje como el bienestar emocional. Las adaptaciones curriculares, como el uso de material visual, tecnologías de apoyo o tiempos extra para las evaluaciones, son una parte importante de la solución, pero no suficiente por sí sola.
La intervención psicológica, a través de recursos como la terapia infanto-juvenil, aporta herramientas para que los niños puedan identificar y gestionar sus emociones, fortalecer su autoestima y aprender estrategias de afrontamiento ante la frustración. De igual manera, técnicas específicas como las que se emplean en la terapia para la ansiedad y la terapia para el estrés pueden ayudar a reducir los niveles de malestar que muchas veces acompañan a las dificultades de aprendizaje.
No podemos olvidar la importancia de una detección temprana y de la colaboración entre profesionales del ámbito educativo y de la salud mental. Cuando estas áreas trabajan de manera coordinada, es posible ofrecer una respuesta más ajustada a las necesidades de cada niño o niña, evitando que las dificultades escolares se conviertan en problemas emocionales mayores.
El papel de las familias y los educadores en el acompañamiento emocional
El entorno familiar y escolar juega un rol crucial en la vida de los niños y niñas con dislexia. La actitud que padres, madres y docentes adopten ante las dificultades puede marcar una gran diferencia en la forma en que los pequeños perciben sus propias capacidades. Por ello, es fundamental construir un ambiente donde se validen las emociones, se celebren los logros, por pequeños que sean, y se eviten las comparaciones dañinas.
La terapia parental es una herramienta muy útil para que las familias aprendan a acompañar de manera empática, fortaleciendo la comunicación y ofreciendo el tipo de apoyo emocional que los niños realmente necesitan. Además, fomenta el trabajo conjunto con los educadores, facilitando la creación de estrategias compartidas que promuevan tanto el aprendizaje como el bienestar psicológico.
Conclusión
Hablar de dislexia infantil es hablar de una realidad que va mucho más allá de las dificultades para leer o escribir. Implica reconocer cómo estas barreras pueden impactar las funciones ejecutivas y, con ello, la salud mental de las niñas y niños que las enfrentan día a día. Apostar por una intervención temprana, integral y respetuosa es apostar por una infancia más libre de etiquetas, donde cada niño y niña pueda desarrollar su potencial desde la confianza y el bienestar emocional.
En Espacio Calma contamos con un equipo especializado en terapia infanto-juvenil y terapia parental para acompañar a las familias en estos procesos. Si sospechas que tu hijo o hija podría estar enfrentando desafíos relacionados con la dislexia, las funciones ejecutivas o su salud emocional, no dudes en contactarnos para valorar juntos la mejor forma de apoyarle.
Preguntas frecuentes
¿Cómo puedo saber si mi hijo o hija tiene dislexia infantil?
Algunas señales pueden ser una lectura muy lenta o con errores, dificultad para recordar instrucciones, confusión de letras y frustración frecuente ante tareas escolares. La evaluación por parte de un profesional es fundamental para obtener un diagnóstico claro y orientar las estrategias de apoyo adecuadas.
¿Qué relación existe entre la dislexia y las funciones ejecutivas?
La dislexia puede afectar habilidades como la memoria de trabajo, la planificación, la organización y el control de impulsos. Estas funciones ejecutivas son clave en el desarrollo académico y emocional, y su alteración puede incrementar el malestar del niño si no se abordan correctamente.
¿Puede la dislexia infantil afectar la salud mental?
Sí. Muchos niños y niñas con dislexia experimentan ansiedad, baja autoestima y síntomas depresivos debido a la constante sensación de esfuerzo sin recompensa. La atención emocional temprana es clave para prevenir estos efectos.
¿Qué tipo de terapia puede ayudar a niños con dislexia?
Un enfoque integral que combine apoyo psicopedagógico con terapia psicológica individual o terapia infanto-juvenil es muy efectivo. También es importante trabajar con la familia mediante terapia parental para fortalecer el entorno del niño.
¿La dislexia desaparece con el tiempo o en la adolescencia?
La dislexia no desaparece, pero con el acompañamiento adecuado, los niños y adolescentes pueden desarrollar estrategias para compensar las dificultades, ganar confianza y alcanzar su potencial académico y emocional.
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